domingo, 31 de mayo de 2009

Todos para uno...

¡Es una mala!- me dijo Agustina mientras volvíamos caminando a casa desde lo de Justi, para almorzar.
¿Porqué?- le dije intrigado. -Porque le robó el conejito a la Jus- dijo con total seguridad.

Resulta que a su amiguita le habían regalado un conejito de color negro, hace un tiempo atrás. Y el conejito estaba suelto en un patio sin contención física hacia la calle, así que era común ver al roedor salrtar de lo más campante en las veredas de la cuadra. De repente, de un día para el otro, el conejito de Jus desaparecio, y una vecina nuestra de unos 15 años recibió uno muy parecido de regalo.
Así que el razonamiento lógico de nuestras pequeñas fue: el conejo se lo robó la vecina, y ¡debemos hacer algo! Así que solidarizándose* unas con otras, fueron en patota a la casa de la vecina, a reclamar lo que pensaban que era suyo. La situación era de un grupete de 6 niños (con edades entre 3 y 8 años), golpeando la puerta a la hora del almuerzo. La primera vez la atención fue con risas, que fueron disminuyendo con el aumento de la frecuencia de visitas del grupo de presión. Hasta que llegó el inesperado (esperado) portazo.

No creo que la vecina haya robado el conejo, y fue una buena oportunidad para hacer ver la importancia de no juzgar antes de saber cómo realmente sucedieron las cosas. Cosas de niños...


* Palabra de significado poco claro, de origen piquetero. Puede ser sinónimo de empatizar.

1 comentario:

Titi dijo...

Me imagino a tal grupo de presión... Acá en casa tengo uno de 2 integrantes y la verdad es que les va bastante bien...
Aunque a veces, ellos presionan, presionan, presionan tanto que yo termino respondiendo con otro tipo de presión: esa enérgica, de repetición y fuerza variable que se aplica en las nalgas de los susodichos...
Esas "presiones" también funcionan... ja, ja, ja, ja, jaaaaaa.
Saludos!